Xóchitl, Claudia, ¿otra vez Pemex?

  • Finalmente alguien que llegará a Palacio Nacional entiende el valor de las habilidades tecnológicas, porque ambas contendientes fueron dotadas de habilidades técnicas.
  • Entre tanto ruido ahora sabemos que dos personas tienen serias posibilidades de ocupar la presidencia de México.

Jonathan Ruiz Torre // Parteaguas

Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez van por la llave del Palacio Nacional y sería una pena que tal atípica competencia entre mujeres derive en los viejos discursos de campaña, y en lo económico todo termine cayendo en la antigua discusión de un Pemex abierto o cerrado a la inversión privada.

No solo es relevante el género de las contendientes, sino su preparación académica. Ambas fueron dotadas de habilidades técnicas. Una en ciencia y la otra en ingeniería, lo que supone que finalmente alguien que llegará a Palacio Nacional entiende el valor de las habilidades tecnológicas en la gente. Ahora esas capacidades son aún más importantes.

El jueves, Galvez subió 11 pisos del edificio aledaño a la sede de la Bolsa Mexicana de Valores para ser entrevistada en las oficinas de Bloomberg. Fue una buena y ágil entrevista llevada por el periodista Juan Pablo Spinetto. Cuestionada al respecto, esta experta en negocios tecnológicos habló de Pemex.

No solo tocó el tema, sino que entró en la polémica de nuevo: quiere permitir a la empresa más grande y polémica del país buscar algún tipo de acercamiento con el capital privado. ¿Qué gana con eso? ¿Cuál es la novedad de ese discurso en el PAN? ¿Qué ha recibido la gente después de tanto debate en la materia?

En lo que va del siglo, los mexicanos han obtenido más de las actividades de fábricas que cambiaron el Bajío o de empresas financieras que colmaron Paseo de la Reforma.

En Estados Unidos las petroleras están devaluadas en el sector laboral, los más jóvenes y talentosos las desechan entre sus opciones. En México, Pemex cada vez tiene menos empleados y varios de los que siguen ahí, se dicen cada vez menos motivados.

Igualmente, los mexicanos más hábiles se van a la actividad manufacturera o a la de los bancos, que corren a su ritmo y no necesitan mucha ayuda adicional.

Poner a México en el siglo de la economía del conocimiento, eso sí es una guerra que hay que pelear. Xóchitl lo sabe y lo mencionó en la entrevista. Claudia debe saberlo también.

Basta meter la mano a la bolsa o al pantalón para entender en dónde están hoy nuestras actividades económicas. Es posible que lean esto en un smartphone o en una computadora en la que posarán sus ojos durante unas cinco horas, solamente hoy.

La infraestructura necesaria para que su dispositivo funcione apenas está siendo construida. Si buscáramos una comparación, quizás estaríamos hoy en la etapa en la que los caminos de caballos fueron pavimentados para los coches.

A partir del próximo año empezaremos a conocer ‘autopistas’ para smartphones, creadas por verdaderas redes de 5G y procesadores de nueva generación tan poderosos que son capaces individualmente de descargar 2 mil 500 películas en un segundo.

Por eso tiene sentido lo que avisó la semana pasada Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda, durante la inauguración de un foro de finanzas e infraestructura. Que el gobierno prepara un decreto de incentivos para impulsar negocios electrónicos, de transporte, farmacéuticos y aeroespaciales.

Google y Microsoft ya instalan edificios estratégicos en México que albergan servidores que ofrecen ese servicio que llamamos ‘nube’. Ahí o en los de AWS están guardados sus emails, las películas de Netflix y Prime Video, sus fotos de Facebook o sus videos de TikTok. Es una carretera invisible, pero existente, que apenas estamos estrenando.

Esas empresas necesitan gente en México que les ayuden a organizar el ‘almacén’. El problema es que se trata de una bodega sofisticada y la gente tiene que estar entrenada. En el país no hay suficiente gente así. Tampoco hay para crear nuevas medicinas, como quedó claro en la pandemia, o para generar una verdadera industria aeroespacial que haga aviones como los brasileños, o cohetes, como hacen los indios.

¿No sería más fresca una competencia política en la que estas dos mujeres muestren un futuro brillante en la ciencia en lugar de rascar de nuevo en nuestro pasado petrolero?

¿En verdad ellas quieren que no haya pobreza? Entonces hay que crear riqueza.

Xóchitl debería centrarse en su plan tecnológico; Claudia debe presentar uno.

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